Mi vida es como un juego. Empiezas a jugar ilusionado por
todas las cosas que puedes hacer. Es un juego tan bien hecho que puedes
interactuar con todo y tienes miles de acciones al alcance de tu mano. Entonces
empiezas a jugar. Al principio las misiones son fáciles y todo es divertido.
Esperas más acción, por eso entrenas duro para subir de nivel y que te dejen
hacer más cosas. Entonces creces y tienes que empezar a tomar decisiones difíciles.
Tanto que sabes que determinarán casi toda tu vida. Como en Skyrim, ¿ser mago,
guerrero, ladrón? Tienes que decidirlo pronto si no quieres acabar como alguien
que solo sabe un poco de cada cosa. Entonces decides. No sabes si has tomado la
decisión correcta pero sigues avanzando con lo que tienes. Por diversión haces
unas cosas u otras, depende de lo que te ofrezca el juego. Sin embargo, si al
cabo del juego vas decidiendo acciones que a la larga se vuelven contra ti, no
sabes cómo seguir. Lo dejas un tiempo y pasas todo el rato pensando cómo
seguir, cómo corregir todas las acciones que fueron equivocadas. “No debería
haberme entrenado solo en magia, porque este enemigo es inmune. No debería
haberme comprado esta casa en esta ciudad, pues no ofrece mucho…” etc. Así
hasta que llega un momento en el que, aunque te dé mucha pena, ves que no
puedes continuar. Es imposible hacer nuevas misiones si en el pasado decidiste
seguir unas… Y decides dejarlo y borrar esa partida. Quizás empieces otra
nueva, o quizás te quedes parado mucho tiempo.
Pero, ¿en la vida? No hay un botón de Reset. No hay un “Partida
nueva”. Simplemente seguir con lo que tienes a duras penas o tomar la decisión más
importante: dejarlo todo. ¿Sacrificarías tu vida de mago de mierda por ser un
gran paladín en una vida futura?
Decídelo ya, o volverás a subir de nivel erróneamente.
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